Aun recuerdo cuando daba sus primeros pasos un semanario comarcal hoy ya tristemente desaparecido. Este era un foro ideal para hacer periodismo pueblerino, y que nadie me malinterprete cuando uso la palabra publerino, que contrariamente a lo que muchos puedan pensar, lo hago con un sentido totalmente halagador. Ese periodismo, lejos de la investigación de los medios nacionales, que resultaría carísima para un periódico discreto y humilde como este, consistía en la publicación de artículos en los que un ciudadano escribía hablando de un asunto, medianamente documentado, que normalmente solía afectar a otro. La réplica no se hacía esperar, y en esta aparecían argumentos de la parte contraria a la primera que intentaban hacer las veces de indicios revocatorios de la "falsa acusación" que el primer periodista pueblerino había intentado hacer creer a toda la población. Inmediatamente una contrarréplica se publicaba en el ejemplar de la semana siguiente y así hasta que quedaba claro quien se acercaba más a la verdad o quien terminaba antes de encontrar argumentos para seguir desdiciendo al otro.
Esta forma de periodismo pudiera parecer contraria a cualquier código deontológico escrito o imaginable del periodismo, pero lo cierto es que gracias a esa fórmula la ciudadanía terminaba por conocer muchos aspectos y secretos de la vida social, política y económica de la ciudad que de otro modo nunca hubieran ni siquiera imaginado. Por tanto, no era algo malo, sino iluminador.
Si esta fórmula se traspasara a la televisión local hoy en día, se convirtiese en un formato de programa audiovisual, tal vez podríamos terminar sabiendo la verdad sobre ese trabajador municipal que desde enero del 2008 no aparece por su puesto de trabajo y que si se le ve el pelo por el servicio al que pertenece es para la entrega de no se qué papeles que le permiten seguir manteniendo un absentismo laboral justificado legalmente. O al menos eso nos hace creer, porque resulta muy complicado explicar que un señor interino, contratado como redactor, con categoría A (la máxima) y sin una liberación sindical concedida, logre evitar acudir a su puesto de trabajo desde que, tras un contencioso con el consistorio por unos eurillos, logrando zafarse de sus obligaciones laborales mediante "días sindicales" que, como todo el mundo sabe son limitados y contados, y en ningún modo pueden suponer una cantidad acumulada tal de horas que permita llevar más de un año sin dar un palo al agua. Pero es que además este señor, teóricamente representante de los trabajadores por el sindicato CC.OO. ni si quiera se ha molestado una sola vez en este tiempo en pasarse por las dependencias del servicio municipal al que pertenece para explicarles en qué punto andan las negociaciones laborales varias que afectan a estos trabajadores. Por su aprte el responsable sindical máximo de este sindicato en el ayuntamiento se escabulle cada vez que alguien intenta encontrar una explicación a este gran enigma.
Tampoco los responsbales muncipales, que dicen estar escandalizados por la actitud de este trabajador, hacen demasiado por amonestar su irresponsabilidad, que al final supone que compañeros con menor categoría y salario tengan que andar sacando a diario el trabajo que le correspondería sacar a el, por no hablar del dinero de los ciudadanos que se va en pagar el salario a un señor que no trabaja.
Avergonzados andarán sus hijos, bastante mejores personas y honrados que este señor, de la actitud que un padre bien conocido en el pueblo mantiene, pero mas avergonzado deberían estar quienes desde el ayuntamiento no se atreven a darle la indemnización que le corrersponda para que se largue y deje paso a personas más preparadas (que las hay a patadas), más responsables y menos sinvergüenzas.
Amén.