Solemos quejarnos de las cosas que no nos salen como queremos, de las cosas que no siempre nos gustan o que no son las planeadas, pero pocas veces nos paramos a congratularnos de lo que nos está saliendo como deseamos, de lo que nos permite seguir adelante en esta vida día a día, de lo que nos ha llegado para beneficiarnos sin ni siquiera desearlo o esperarlo. Eso es egoismo, pero no es algo que vaya a imprimimirnos la etiqueta de egoistas porque es la naturaleza propia del ser humano.
En esta profesión mía en la que llevo ya demasiados años si tenemos en cuenta mi edad, uno nunca sabe como van a salir las cosas, porque a veces lo que haces con cariño, con especial cuidado en los detalles o dedicando tiempo propio que nadie te va a pagar ni a agradecer, termina por darte solo ingratitudes y disgustos. Hablo de tantos y tantos reportajes realizados sin tiempo y a veces hasta poniendo dinero propio, programas hechos con amor, con cariño, a veces hasta con pasión y que una vez emitidos solo sirven para que algún insatisfecho termine criticándote, por lo general desde el anonimato o a la espalda, solo porque tiene problemas en su familia, en su trabajo o en su mente y cree que en el sueldo del presentador, del realizador o del cámara va incluido un suplemento por soportar insultos o desprecios.
Pero esa gente no terminará nunca de destruir nuestra ilusión, porque por lo general los que estamos en esto no lo estamos solo por dinero o por salir en este o aquel o medio, estamos porque esto nos apasiona y lo hemos hecho muchas veces, sobretodo en los primeros años, hasta gratis, solo por aprender, solo por saber, solo por sentir la emoción de hacer algo que va a crear opinión, que va a generar sonrisas y a veces lágrimas. Lo hacemos porque nos gusta y una crítica destructiva o un comentario envidioso no podrá jamás fulminar nuesro espíritu.
Siempre es duro recibir una crítica negativa, pero sabemos que si es una buena crítica, constructiva, sin ánimo de hacer daño, por muy negativa que sea siempre nos ayudará a mejorar, siempre nos permitirá ver desde la mirada del otro aquello que nosotros mismos no fuimos capaces de ver desde nuestra posición de creadores y usaremos esa critica con empeño para mejorar la próxima vez. Un insulto sin embargo no es tolerable, no podemos permitir que por el mero hecho de salir en pantalla se nos insulte, se intente vejarnos o destruir nuestro espíritu informativo y comunicador. Por eso a todos esos que por envidia, ignorancia o simplemente crueldad tienen como pasatiempo preferido el de insultar por insultar a los que hacemos aquello que al fin y al cabo constituye el 80% de sus vidas, yo les digo: vuestras armas pobres y necias no son eficaces contra las almas emprendedoras, la envidia no puede dañar a la iniciativa, la corteza no podrá triunfar sobre los pétalos de rosa.
Y así seguiremos siendo siempre libres, porque sabemos que lo que hacemos es parte de una sociedad que cada día sobrevive a la dura rutina y sin nosotros no habría información, no habría nada sino ignorancia y el tirano seguiría siendo tirano eviternamente.