Mucho se habla de la globalización y de sus efectos sociales, económicos y hasta medioambientales, muchas veces desde sectores que ni siquiera entienden muy bien qué es esto de la globalización, pero al fin y al cabo es el tema de moda y toca hablar de ello, por lo que a ello se apuntan todos.
Pero el tema que de verdad debería interesarnos a los que nos dedicamos a la comunicación en tanto en cuanto hablamos de este fenómeno globalizador, debería ser cuál es realmente el papel del periodista o del informador en y de los medios de comunicación en el terreno de la globalización.
Hoy en día se puede afirmar que los tres poderes tradicionales han sido sustituidos por la prensa sin paliativos, los jueves y la opinión pública se disipan ante la disolución del todo en medio de la mezcla de fuerzas de la entelequia comunicativa. El papel tradicional de los intelectuales ha sido subsumido en los medios de comunicación, el intelectual clásico sustituido por intelectuales "mediáticos" y el periodista, por no olvidarnos del fantástico hecho de que el propio periodista ya no actúa como contrapoder. El periodista con su propio poder mediático inspira temor. Los medios de comunicación de masas crean un clima de opinión con su propio poder, este poder es el conjunto de poderes visuales o audiovisuales, una serie de juicios de valor y líneas de conducta que tienen como resultado final una espiral de silencio.
La información ya no es lo que era, las consecuencias del mercado informativo que se extiende por todo el planeta hoy en día son terribles. La información se descubre como mercancía que puede generar un negocio, unos beneficios. El poder de la información depende ahora del interés, de la demanda que suscita. Los periodistas son sustituidos por hombres de negocios al frente de las empresas de comunicación. La información deja de someterse a los criterios tradicionales de verificación y autenticidad o error, ahora rigen las leyes del mercado.
Las tesis de Hirschmann vienen al pelo cuando hablamos de esto. La tesis de la perversidad nos dice algo así como que todo intento deliberado para mejorar algún aspecto del orden existente, agudiza más la situación que se desea remediar. Un buen ejemplo es la afirmación de Cándido de Voltaire cuando decía: "el nuestro es el mejor de los mundos posibles".
La tesis de la futilidad habla de esos intentos de reformas sociales, según la cual serán nulos o de alcance limitado debido a su fragilidad teórica. Lo que mejor puede ejemplificar esto es El Gatopardo de Lampedusa y su idea de que todo cambie para que al final todo siga igual.
Finalmente Hirschimann nos deja su tesis del riesgo, en la que nos explica como el coste político y social de las reformas es considerablemente alto y pone en peligro los logros precedentes. Esto se refleja perfectamente en Camino de Servidumbre de Von Hayek.
Podemos establecer finalmente cuales son las consecuencias de esta revolución digital (podríamos llamarla así) en los ámbitos políticos, económicos e informativos. Hay una manifestación evidente de una contradicción creciente que consiste en que la pluralidad informativa es necesaria, pero sin embargo esta se disipa en tanto en cuanto la concentración de medios en gigantescos conglomerados se va ya como algo inevitable técnica y económicamente. Conforme avanza la concentración, disminuyen las posibilidades de que todo el mundo pueda expresarse a través de los medios de comunicación de masas.
Pero el tema que de verdad debería interesarnos a los que nos dedicamos a la comunicación en tanto en cuanto hablamos de este fenómeno globalizador, debería ser cuál es realmente el papel del periodista o del informador en y de los medios de comunicación en el terreno de la globalización.
Hoy en día se puede afirmar que los tres poderes tradicionales han sido sustituidos por la prensa sin paliativos, los jueves y la opinión pública se disipan ante la disolución del todo en medio de la mezcla de fuerzas de la entelequia comunicativa. El papel tradicional de los intelectuales ha sido subsumido en los medios de comunicación, el intelectual clásico sustituido por intelectuales "mediáticos" y el periodista, por no olvidarnos del fantástico hecho de que el propio periodista ya no actúa como contrapoder. El periodista con su propio poder mediático inspira temor. Los medios de comunicación de masas crean un clima de opinión con su propio poder, este poder es el conjunto de poderes visuales o audiovisuales, una serie de juicios de valor y líneas de conducta que tienen como resultado final una espiral de silencio.
La información ya no es lo que era, las consecuencias del mercado informativo que se extiende por todo el planeta hoy en día son terribles. La información se descubre como mercancía que puede generar un negocio, unos beneficios. El poder de la información depende ahora del interés, de la demanda que suscita. Los periodistas son sustituidos por hombres de negocios al frente de las empresas de comunicación. La información deja de someterse a los criterios tradicionales de verificación y autenticidad o error, ahora rigen las leyes del mercado.
Las tesis de Hirschmann vienen al pelo cuando hablamos de esto. La tesis de la perversidad nos dice algo así como que todo intento deliberado para mejorar algún aspecto del orden existente, agudiza más la situación que se desea remediar. Un buen ejemplo es la afirmación de Cándido de Voltaire cuando decía: "el nuestro es el mejor de los mundos posibles".
La tesis de la futilidad habla de esos intentos de reformas sociales, según la cual serán nulos o de alcance limitado debido a su fragilidad teórica. Lo que mejor puede ejemplificar esto es El Gatopardo de Lampedusa y su idea de que todo cambie para que al final todo siga igual.
Finalmente Hirschimann nos deja su tesis del riesgo, en la que nos explica como el coste político y social de las reformas es considerablemente alto y pone en peligro los logros precedentes. Esto se refleja perfectamente en Camino de Servidumbre de Von Hayek.
Podemos establecer finalmente cuales son las consecuencias de esta revolución digital (podríamos llamarla así) en los ámbitos políticos, económicos e informativos. Hay una manifestación evidente de una contradicción creciente que consiste en que la pluralidad informativa es necesaria, pero sin embargo esta se disipa en tanto en cuanto la concentración de medios en gigantescos conglomerados se va ya como algo inevitable técnica y económicamente. Conforme avanza la concentración, disminuyen las posibilidades de que todo el mundo pueda expresarse a través de los medios de comunicación de masas.
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