Hoy escribo a colación de las recientes huelgas a lo largo de varios paises de Europa, huelgas y protestas contra las reformas de Gobiernos que quieren recortar unos estados del bienestar que ahora tachan de insostenibles y que hace a penas uno par de años tildaban de irrenunciables. Todos hemos visto las violentas protestas de Francia, portestas, dejando al margen los desboques de los agitadores oportunistas, con las que intentan conservar algunos de los logros sociales que ha costado años alcanzar y que ahora se quiere cepillar de un plumazo Sarkozy. Resulta hasta emocionante ver como los sindicatos y la sociedad en geenral hace hasta 9 huelgas geenrales en dos meses, como se movilizan, como se hacen oir en la calle y en el mundo entero, manteniendo un pulso a un Gobierno ferréo en sus decisiones y que no parece querer recular.
También hubo hace un mes una huelga general en España por los recortes que el gobierno socialista español pretende y que, de hecho, va a imponer en breve. Pero nada tiene que ver la protesta del pueblo español con la del francés. En España la protesta fue mucho más descafeinada, a penas se siguió y a los sindicatos solo les quedó intentar colar cifras absurdas sobre el seguimiento de una huelga de la que casi nadie quiso saber nada. Muy probablemente la situación y la propia idiosincrasia del pueblo español es muy diferente de la francesa. Aquí la gente está desengañada con los sindicatos, ya no cree en la palabra de unas instituciones pretendidamente obreras que pactan con el gobierno subvenciones millonarias con las que mantiene a un ejército de liberados cuya cifra nadie sabe o nadie quiere saber. Los españoles no creen en los sindicatos y desde luego no están dispuestos a renunciar en estos tiempos que corren al salario de un día y su correspondiente cotización a la seguirdad social por defender o fortalecer a unos sindicatos que convocan una huelga con la boca pequeña.
Muy sintomático de la sociedad española es también que nadie realmente se queje, no en los bares, sino en los foros adecuados, de los recortes salariales, de la congelación de pensiones, o de las rebajas en el sistema social, nadie es capaz de hacer nada por defender los logros sociales de nuestros padres y abuelos. Eso si, todo el mundo alterado como hormigas con el hormeiguero tapado porque el ministerio de sanidad (buena le ha caido a la Pajín) va a prohibir fumar en los bares a partir de enero. Mil camareros muertos al año por culpa del humo en su ámbito de trabajo, bares y discotecas en los que apenas si se puede respirar porque los propietarios no han sido capaces en 10 años de instalar sistemas de renovación del aire adecuados, niños y embarazadas respirando el humo de cientos de furmadores en las cafeterías, y todo esto mientras que en media Europa hace años que no se fuma en bares y cafaterías y aun sigue funcionando la hostelería. Eso si es importante, que a partir del 2011 no voy a poderme fumar un cigarro en un bar. Que me recorten el salario, que la patronal diga que hay que trabajar más horas y cobrar menos con el beneplácito del Gobierno, que los pensionistas vean recortadas sus pensiones a pesar del pacto de Toledo, que se empiece a gastar menos en sanidad y educación para salir de una crisis creada por los grandes bancos, mientras que el Gobierno les sigue dando ayudas millonarias, milmillonarias a los culpables, que la burocracia sea cada vez más costosa para el Estado, todo eso no importa, no es motivo de queja, de manifestación o de indignación popular en este país de Sagitario, pero que me quiten el cigarro en el bar... ¡Por Dios, que vergüenza!
Si así es como en España se piensa y, peor aun, se actúa, por favor, sáquenme de aquí.
1 comentarios:
... y aborregado, incluso siniestro... En ocasiones pienso que sólo nos queda el derecho al pataleo. El problema es que nos quejamos de 4 tonterías y de nada más. El árbol no nos deja ver el bosque.
Sigue dando guerra...
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