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Bienvenidos a mi blog, un lugar para reflexionar sobre el cine | Welcome to my blog, a place to reflect about cinema

sábado, 6 de abril de 2013

Tres luces se apagaron esta semana en el cine español

En una semana hemos conocido la pérdida de tres grandes del cine español, dos directores y una actriz que nos dejan con un cierto vacío. El año que viene en la gala de los Goya sus fotos aparecerán unos segundos en el típico vídeo para recordar a los miembros de la familia del cine español que nos dejan, y estos días algunos medios, y si, digo algunos, se acuerdan de que nos han dejado, que ya es mucho más de lo que tendremos la mayoría. Pero aun así creo que merece la pena recordar esta semana como una semana triste en la que nos han dejado tres piezas claves del cine de nuestra España.

Jesús Franco
El primero fue Jesús Franco, como ya he dicho en ocasiones anteriores, un valiente de nuestra cinematografía, un valiente porque hizo lo que nadie había hecho hasta entonces, ni incluso hasta nuestros días. Es el director español de cine más prolífico, con más de 200 películas a sus espaldas, desde Tenemos 18 Años (1968) hasta Al Pereira vs. the Aligator Women (2012) nunca, como el mismo dijo alguna vez, dejó la cámara y nunca han existido largos periodos de tiempo sin que se estrenase algún título bajo su dirección en esos 44 años, en los que sale una media de estrenos por año que asusta. Hay quien le recrimina la baja calidad de sus productos, pero lo cierto es que es un reflejo para los jóvenes cineastas por un motivo muy sencillo, demostró que si realmente se quiere hacer cine, se puede, y lo hizo en España, en media Europa y en Estados Unidos, con su nombre real y con multitud de seudónimos, lo hizo con subvenciones del Estado, y contra la censura del franquismo, porque lo que importaba era hacerlo.

Puede que hasta hayamos visto películas suyas sin saber que eran suyas, porque firmó con más de 50 nombres sus obras, películas dirigidas por Clifford Brown, J.P. Johnson, Pablo Villa, John O'Hara, Terry de Crosia, Franco Manera o incluso por mujeres como Rosa María Almidall y Lulú Laverne, eran, en realidad, películas de Jesús Franco y esos son solo algunos de sus seudónimos. 

Bigas Luna
Otro director que nos ha dejado esta misma semana ha sido Bigas Luna, que junto con Jesús Franco son piezas imprescindibles para entender el cine español del siglo XX. Y digo eso a pesar de que Bigas Luna no es ni de lejos uno de mis directores favoritos, incluso considero sus películas algo obscenas, pero sin el, como sin muchos otros, el cine de nuestro país no hubiera sido el mismo, y esto es así porque su erótica manera de contar historias nos abrió los ojos ante actores como Penélope Cruz o Javier Bardem, que son junto a Antonio banderas, nuestros baluartes en Hollywood. Pero también Bigas Luna nos descubrió a Verónica Echegui, Ariadna Gil e incluso a Jordi Mollà. Aportó una nueva forma de ver el cine, con un sello muy particular en el que las tetas y la comida eran protagonistas y contribuyó a democratizar el cine español mostrándonos que el erotismo no tenía nada que ver con los "españolitos" en calzones acostándose con suecas de las películas de los 70. Con 19 películas a sus espaldas, quiso ser presidente de la Academia del Cine, pero, creo que por fortuna, no lo logró.

Mariví Bilbao
La tercera pieza de gran valor sin la que se ha quedado el cine español esta semana ha sido Mariví Bilbao, vasca y de carácter inconfundible, a veces llegabas a pensar que muchos de sus personajes no eran interpretación, sino que era ella misma en una situación concreta de su vida, porque tan natural fue su trabajo, que sus personajes eran a veces casi gemelos de su "yo" real. No debutó en un largometraje hasta los 51 años, aunque su experiencia en el teatro y en cortometrajes era mucho más larga. El gran público la recordará por sus papeles de Marisa e Izascun en Aquí no hay quien Viva y La Que se Avecina respectivamente, pero Mariví fue mucho más, fue la abuela que todos queríamos tener, la vecina que todos temíamos, y el mejor ejemplo de que la jubilación es innecesaria cuando tu trabajo es tu pasión, porque murió con 83 años sin dejar nunca de trabajar del todo.

Desde mi humilde posición de espectador, les mando un fuerte abrazo a los tres y mis deseos de que sigan disfrutando del cine allá donde quiera que estén.

viernes, 1 de marzo de 2013

La Casa de los 1000 Cadáveres y Rob Zombie, ese cineasta


FICHA TÉNICA:
Género: Terror
País: Estados Unidos
Año: 2003
Duración: 88 mins. 
Dirección - Rob Zombie
Guión - Rob Zombie
Producción - Andy Gould
Fotografía - Alex Poppas y Tom Richmond 
Música - Scott Humphrey y Rob Zombie 

Ficha artística:
Sid Haig - Capitán Spaulding 
Bill Moseley - Otis Driftwood 
Sheri Moon - Baby Firefly 
Karen Black - Mamá Firefly 
Chris Hardwick - Jerry Goldsmith 
Erin Daniels - Denise Willis 
Jennifer Jostyn - Mary Knowles


SINOPSIS:
Varios jóvenes viajan a través de algunos pueblos estadounidenses con el fin de recopilar anécdotas extravagantes para plasmarlas en un libro de curiosidades. Casualmente llegan hasta una gasolinera en la que su extraño propietario les contará una historia sobre un asesino legendario: El Doctor Satán, que desapareció sin dejar rastro, y del cual querrán conocer muchos más datos. En su camino, el cuarteto protagonista recoge a una autoestopista, que tras un pinchazo, les llevará a su casa, donde la muerte y el dolor "habitan" desde mucho tiempo atrás.

 ¡EL ZOMBIE REALIZÓ UNA PELÍCULA!
Cuando me enteré de que el “carimástico” Rob Zombie había escrito y dirigido una película de terror no pude por menos que ponerme a buscarla como un poseso y no lo creeréis, pero no logré encontrarla, hasta que un buen día en una colección de cine de terror en DVD que decidí hacer… apareció, allí estaba, era el número 6 de la colección. Rob Zombie no es ni mucho menos mi héroe, ni siquiera conozco bien su música, pero desde luego no podía dejar pasar la oportunidad de ver una película escrita y dirigida, amen de la banda sonora, por un tipo tan extraño y macabro como él, por no hablar del título que la verdad sea dicha, es inmejorable tratándose de una película de terror, o mejor dicho, pretendidamente de terror. 

LA BOCA DEL LOBO APESTA POR LA NOCHE.
La Casa de los 1000 cadáveres no es para nada una gran película si tenemos en cuenta la historia, basada en pilares más que trillados, o los personajes, arquetípicos hasta la saciedad. Pero hay algo en ella que nos permite encontrar algo nuevo en este tipo de cine, o quizá no tan nuevo pero si poco explotado, lo cual es igualmente de agradecer. La narrativa. La Casa de los 1000 Cadáveres no está contada al uso de las películas contemporáneas de terror, ni tan si quiera al uso de las películas en general. Incluso, especialmente en España y por extensión en Europa, donde el fenómeno del zapping es relativamente reciente. La narrativa de esta película nos hace avanzar en la historia a través de una especia de zapping pero que nos revela del todo este hecho precisamente porque es como si hiciésemos zapping en los años 70, una década en la si los españoles hacíamos zapping era para ver TVE (que solo era una) y niebla en el resto del espectro inutilizado. Pues bien, a través de ese zapping retro avanzamos en la historia de una muchachos torpes y friáis que se adentran, y realmente lo hacen, en un mundo freak, y es que en cierto modo Rob Zombie nos quiere demostrar en algunos aspectos que es fan de aquella vieja película en la que una preciosas rubia rusa era mutilada hasta ser convertida en un monstruo para ser exhibida. Pero no es solo esto lo que vemos, pues las influencias cinematográficas del director, que mucho me temo ha ido plasmando más en su música que en su cine, van desde Carpenter hasta Wes Craven y se nota, se nota mucho en las cosas que vemos cuando “alguien” nos cambia el canal, aunque el modo de contarlo escape a la tradición del rancio cine de terror americano actual. El film de Zombie se acerca más a las películas de los años 70 y de hecho no es casual, eso pienso yo, que esté ambientada en esa época en la que la gente no sabía aun quien era Jason o Freddy Krueger y aun se atrevían a hacer caso a un desconocido e ir por un camino abandonado por el que no transitaban ni perros, pues la inocencia del momento aun te hacía entender que alguien hiciera eso para caminar directamente hacia la boca del lobo. 

Y en esta película el lobo no es uno si no una manada compuesta por los miembros de una familia al estilo Mason, con una madre megafreak, una hija putón-asesina, y dos hijos, uno albino y sádico y el otro una especie de engendro calcado de los Goonies de Spielberg aunque con un poco menos de corazón. Pero sin duda el mejor de todos los personajes es el Capitán Spaulding, un loco vestido de payaso que regenta el museo de los horrores y que será quien indique al los teen-victims el camino al infierno, o mejor dicho, a Satán, Dr. Satán, eso si, no lo encontrarán hasta que la familia Firefly decide llevarlos directamente a él, como buenos miembros de una civilizada comunidad de las américas. Y la verdad, cuando termina la película nadie recuerda como se llama ninguno de los adolescentes sacrificados en pos de la historia del cine de terror, pero todos recordamos los nombres de los “malos”, especialmente el del Capitán Spaulding y el del loco blanquecino Otis Driftwood, que curiosamente no lleva el apellido del resto de la familia, pues todos entendemos, si leemos entre líneas la historia de la familia, que la mamá Firefly, al igual que su hijita Baby, es más zorra que las gallinas.

De todo corazón os recomiendo este título en el que el tratamiento visual es tal que hasta se cuida muy mucho las escenas gore, hasta tal punto que se consigue no mostrar nada de manera especialmente explícita y a la vez hacernos creer que estamos viendo todos esos higadillos volando por el aire. Las verdad es que las escenas de muertes son tremendas, como la matanza del granero, a cámara lenta y sin embargo vertiginosa, o los golpes de humor a manos del Capitán Spaulding.

jueves, 17 de enero de 2013

Navidades distintas, Navidades sangrientas.


Recién pasadas las fiestas navideñas, aprovecho para tratar un fenómeno propio de las fechas y que es el bombardeo a que nos somete la industria del cine a base de apestosas   historias de familias pegajosas que descubren justo un día antes de Noche Buena el sentido de la Navidad: "tenerse los unos a los otros y no los regalos". ¡Qué bonito! La verdad es que personalmente me da mucho asco ver actores fracasados que interpretan a los setenta años a un Papá Noel que salva del infierno a un par de repelentes hermanitos abriéndoles los ojos al verdadero sentido de la Navidad, que curiosamente en estas películas no es consumir compulsivamente, sino querer mucho a tus papas, aunque los niños vivan en un orfanato y los cabrones de sus papás los detesten, porque con ese amor recuperarán la felicidad y el cariño de sus despreciables papis. Sinceramente, me superan este tipo de películas que llenan las carteleras y las pantallas de nuestros televisores entre el 15 de diciembre y el 10 de enero.

Afortunadamente no todo el monte es orégano, también hay tomillo, y eso nos permite un respiro a los que, como yo, gozan de ver como también hay personajes peliculeros que sufren en Navidades como en el resto del año. Esto es lo que nos permite hablar de historias verdaderamente navideñas o, mejor dicho, terrorífico-navideñas. Un buen ejemplo es la ácida ý disparatada "comedia" de Spielberg, Gremlins, sobretodo la primera, donde unos terribles bichejos la mar de cachondos se dedican a amargarles las navidades a los puritanos habitantes de un pueblucho estadounidense cuya principal diversión es escuchar el programa de la radio local presentado por Ricky Rocky Rialto, al que por cierto se cargan estos pequeños demonios. Este filme del Midas del cine no está exento de crítica social y para nada se trata de una puritanucha película de navidades, lo que sucede es que el Steven se las arregla para que guste todo lo que hace. 

Pero hay más, porque Gremlins no es más que la punta de iceberg del cine antinavideño, y no me refiero a la saga de Jungla de Cristal, en las que el temerario Bruce Willis se dedica a masacrar terroristas en plena celebración del nacimiento de Cristo. Las peores navidades imaginables son las que pasan los protagonistas de la saga Silent night, Deadly Night que se inaugura en 1984 de la mano del director Charles E. Sellier. Esta película, prácticamente desconocida por el público español, trata de un pobre chaval que presencia como un psicópata disfrazado de Papá Noel se carga brutalmente a toda su familia. Como es de imaginar el chaval imitará al asesino de sus padres y ataviado como el entrañable gordinflón del polo norte se dedicará a no dejar títere con cabeza, y nunca mejor dicho. Existe una segunda parte estrenada en EE.UU en 1987, que por cierto es una estafa total debido a que básicamente solo emplea imágenes de la primera con poco más de media hora de filme nuevo. 

En esta secuela será el adorable hermano del psicópata de la primera quien se cree Santa Klaus. Y finalmente, la tercera parte es un pitorreo de película en la que el psicópata (el de la original, no su hermano) tiene que medirse con una heroína invidente y con poderes, algo así como una Dare Devil cutre. Pero la cosa va a peor en la cuarta y la quinta, está protagonizada por un desubicado Mickey Rooney donde los juguetes son quienes amenazan las vidas de los pobres niñitos que esperan con inocente paciencia la Navidad.

Y la lista sigue y sigue con muchos otros títulos, como Sata Claws, una delirante historia al más puro estilo del cine de terror con adolescentes dirigida por John Russo. Tampoco podemos olvidarnos de un título de 1974, Black Christmas de Bob Clark, en la que el gordo de rojo se dedica a aniquilar una a una a toda macizorra universitaria que le ponen por medio. Y la que sirvió de inspiración para la saga de Silent Night, se  trata de un filme más riguroso y bastante menos gore titulado You Better Watch Out dirigida por Lewis Jackson en 1980.

Otro título que resultó muy impactante a pesar de haber desaparecido prácticamente de la historia del cine de terror, es una producción franco estadounidense que en España se estrenó como Game Over: se acabó el juego, del año 1989 y dirigida por el francés René Manzor. En esta ocasión se trata de una versión heavy de Solo en Casa en la que el niño se enfrentará a un ladrón psicópata vestido de Santa Klaus, pero pensando en todo momento que se está enfrentando al verdadero Santa, que trata de eliminar no solo a la criaturica, sino también a su abuelo. Eso si, el niño deja en bragas al mismísimo MacGyver con su ingenio.

Por supuesto Tim Burton, el rey de la fantasía oscura, no podía faltar en esta lista, aunque claro, no con una película de terror o gore, pero si bastante macabra. Estoy hablando de The nightmare before Christmas (Pesadilla antes de Navidad) que, contrariamente a lo que se cree, fue dirigida por Henry Selick y Burton se limitó a escribir el guión.

La verdad es que resulta también extraño saber que fue la Disney quien produjo este lúgubre cuento en 1993, saliéndose totalmente de la línea clásica de empalagosas películas musicales de animación. La historia trata de un monstruo llamado Jack que vive en Halloween Town, donde todos sus habitantes se encargan de aterrorizar a los niños durante la noche de difuntos; pero un día Jack descubre la ciudad de la Navidad y decide que quiere ser Papá Noel (o Sta. Klaus), algo en lo que pondrá todo su empeño y que solo le servirá para regalar a los niños de la tierra las más siniestras navidades que hayan tenido nunca.

Desde Satán hasta un malévolo muñeco de Halloween, la Navidad ha sido objeto de boicots casi a diario. Pero que nadie piense que las aberraciones navideñas son exclusiva de los extranjeros, porqué nuestro cine también ha hecho sus pinitos en esto. Precisamente Alex de la Iglesia consiguió con esto realizar una de las películas más taquilleras de 1995, y es que El Día de la Bestia logró, entre otras cosas, lanzar al estrellato a Santiago Segura, actor fetiche del director y más tarde protagonista y director de una de las películas españolas más taquilleras de la historia (Torrente). 

El Día de la Bestia no tiene como malo a un psicópata más, sino nada más y nada menos que al mismísimo Belcebú, al anticristo, al hijo del diablo ¡¡buff!! Pues si, el padre Berriartúa acompañado de un vidente farsante y un "amiguete" de Carabanchel se enfrentan en esta satánica historia al maligno para impedir que se apodere del mundo, o más concretamente de Madrid, intentando evitar el nacimiento del anticristo el mismo día que nació el Hijo del Hombre pero unos dos mil años después.

Texto: © P.J.V.J.