FICHA TÉNICA:
Género: Terror
País: Estados Unidos
Año: 2003
Duración: 88 mins.
Dirección - Rob Zombie
Guión - Rob Zombie
Producción - Andy Gould
Fotografía - Alex Poppas y Tom Richmond
Música - Scott Humphrey y Rob Zombie
Ficha artística:
Sid Haig - Capitán Spaulding
Bill Moseley - Otis Driftwood
Sheri Moon - Baby Firefly
Karen Black - Mamá Firefly
Chris Hardwick - Jerry Goldsmith
Erin Daniels - Denise Willis
Jennifer Jostyn - Mary Knowles
SINOPSIS:
Varios jóvenes viajan a través de algunos pueblos estadounidenses con el fin de recopilar anécdotas extravagantes para plasmarlas en un libro de curiosidades. Casualmente llegan hasta una gasolinera en la que su extraño propietario les contará una historia sobre un asesino legendario: El Doctor Satán, que desapareció sin dejar rastro, y del cual querrán conocer muchos más datos. En su camino, el cuarteto protagonista recoge a una autoestopista, que tras un pinchazo, les llevará a su casa, donde la muerte y el dolor "habitan" desde mucho tiempo atrás.
¡EL ZOMBIE REALIZÓ UNA PELÍCULA!
Cuando me enteré de que el “carimástico” Rob Zombie había escrito y dirigido una película de terror no pude por menos que ponerme a buscarla como un poseso y no lo creeréis, pero no logré encontrarla, hasta que un buen día en una colección de cine de terror en DVD que decidí hacer… apareció, allí estaba, era el número 6 de la colección. Rob Zombie no es ni mucho menos mi héroe, ni siquiera conozco bien su música, pero desde luego no podía dejar pasar la oportunidad de ver una película escrita y dirigida, amen de la banda sonora, por un tipo tan extraño y macabro como él, por no hablar del título que la verdad sea dicha, es inmejorable tratándose de una película de terror, o mejor dicho, pretendidamente de terror.
LA BOCA DEL LOBO APESTA POR LA NOCHE.
La Casa de los 1000 cadáveres no es para nada una gran película si tenemos en cuenta la historia, basada en pilares más que trillados, o los personajes, arquetípicos hasta la saciedad. Pero hay algo en ella que nos permite encontrar algo nuevo en este tipo de cine, o quizá no tan nuevo pero si poco explotado, lo cual es igualmente de agradecer. La narrativa. La Casa de los 1000 Cadáveres no está contada al uso de las películas contemporáneas de terror, ni tan si quiera al uso de las películas en general. Incluso, especialmente en España y por extensión en Europa, donde el fenómeno del zapping es relativamente reciente. La narrativa de esta película nos hace avanzar en la historia a través de una especia de zapping pero que nos revela del todo este hecho precisamente porque es como si hiciésemos zapping en los años 70, una década en la si los españoles hacíamos zapping era para ver TVE (que solo era una) y niebla en el resto del espectro inutilizado. Pues bien, a través de ese zapping retro avanzamos en la historia de una muchachos torpes y friáis que se adentran, y realmente lo hacen, en un mundo freak, y es que en cierto modo Rob Zombie nos quiere demostrar en algunos aspectos que es fan de aquella vieja película en la que una preciosas rubia rusa era mutilada hasta ser convertida en un monstruo para ser exhibida. Pero no es solo esto lo que vemos, pues las influencias cinematográficas del director, que mucho me temo ha ido plasmando más en su música que en su cine, van desde Carpenter hasta Wes Craven y se nota, se nota mucho en las cosas que vemos cuando “alguien” nos cambia el canal, aunque el modo de contarlo escape a la tradición del rancio cine de terror americano actual. El film de Zombie se acerca más a las películas de los años 70 y de hecho no es casual, eso pienso yo, que esté ambientada en esa época en la que la gente no sabía aun quien era Jason o Freddy Krueger y aun se atrevían a hacer caso a un desconocido e ir por un camino abandonado por el que no transitaban ni perros, pues la inocencia del momento aun te hacía entender que alguien hiciera eso para caminar directamente hacia la boca del lobo.
Y en esta película el lobo no es uno si no una manada compuesta por los miembros de una familia al estilo Mason, con una madre megafreak, una hija putón-asesina, y dos hijos, uno albino y sádico y el otro una especie de engendro calcado de los Goonies de Spielberg aunque con un poco menos de corazón. Pero sin duda el mejor de todos los personajes es el Capitán Spaulding, un loco vestido de payaso que regenta el museo de los horrores y que será quien indique al los teen-victims el camino al infierno, o mejor dicho, a Satán, Dr. Satán, eso si, no lo encontrarán hasta que la familia Firefly decide llevarlos directamente a él, como buenos miembros de una civilizada comunidad de las américas. Y la verdad, cuando termina la película nadie recuerda como se llama ninguno de los adolescentes sacrificados en pos de la historia del cine de terror, pero todos recordamos los nombres de los “malos”, especialmente el del Capitán Spaulding y el del loco blanquecino Otis Driftwood, que curiosamente no lleva el apellido del resto de la familia, pues todos entendemos, si leemos entre líneas la historia de la familia, que la mamá Firefly, al igual que su hijita Baby, es más zorra que las gallinas.
De todo corazón os recomiendo este título en el que el tratamiento visual es tal que hasta se cuida muy mucho las escenas gore, hasta tal punto que se consigue no mostrar nada de manera especialmente explícita y a la vez hacernos creer que estamos viendo todos esos higadillos volando por el aire. Las verdad es que las escenas de muertes son tremendas, como la matanza del granero, a cámara lenta y sin embargo vertiginosa, o los golpes de humor a manos del Capitán Spaulding.
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