Hasta donde yo sabía (oficialmente), la SGAE era una entidad sin ánimo de lucro, cuyo único fin era el de preservar los derechos de autor de los músicos y otros artistas, una entidad que tenía una base de datos para uso exclusivo de la salvaguarda de esos derechos. Pues bien, esta sociedad ha puesto ahora esta base de datos a disposición de dos nuevas sociedades, una Mediapro, la otra es la asociación de productores de discos y a los artistas e intérpretes (que no autores) unidos bajo las siglas de AGEDI-AIE. ¿Cúal es el fin de esta sociedad de sociedades? Muy sencillo, utilizar la horda de detectives (o investigadores como los llaman ellos) a las órdenes de Teddy Bautista para sus propios fines recaudatorios.
Por un lado está Mediapró, embarcada en una aventura de televisión de pago con partidos de fútbol que piratéan muchos negocios y particulares y que ha visto en la SGAE el aliado perfecto para perseguir a quienes le escamotén sus "derechos". En cuanto a la AGEDI-AIE, piden un 30% más de las tarifas que ya se pagan por reproducir música en los locales. Claro, nadie mejor para presentarse y atosigar a los pequeños empresarios de bares y discotecas (y otros negocios) que unos expertos como los "inspectores" de la nacionalmente odiada SGAE.
En principio hacen algo legal, dentro de toda regla jurídica y sin motivos delictivos, pero qué quieren que les diga, a mi me recuerda bastante el modus operandi de las pequeñas mafias de la priemra mitad del siglo XX en las zonas más marginales de Brooklyn o Chicago. Un grupo de señores trajeados intimidan a un pobre hombre que tiene puesta su radiocassette en la carnicería y le dicen que por poner la radio, ya ni siquiera música grabada, debe pagarles un canon, bajo la amenza de cerrarle el negocio. ¿Acaso no actuaba así la mafia?
Bueno, ahora los productores cobrarán por partida doble con esta sociedad, ya que ya cobraban como editores por la SGAE y ahora lo harán también como productores. Esto funciona de la siguiente manera, usted tiene un bar o discoteca (o lo que sea) y de repente, sin comerlo ni beberlo, le llega un aviso de que a apartir de ahora (esto se viene produciendo desde febrero) le van a incrementar la cuota por reproducir música, una cuota que usted ha pagado ya unas mil veces. Primero cuando montó su negocio e invirtió en un equipo de música, cuyo precio ya incluye un canon para la SGAE. Luego cada vez que compra un CD, en cuyo precio por supuesto también se incluye ese canon. Incluso cuando usted compra un paquete de CD's vírgenes para grabar las fotos que usted mismo hizo en sus vacaciones, está pagando ese maldito canon. Y ahora encima, esa cutoa que paga religiosamente a los autores que pretenden vivir del cuento de un trabajo que algunos realizaron hace más de 20 años, tendrá que pagar más aun para que los editores y productores vivan también del cuento, como hace Ramoncín, que no graba nada nuevo desde los años 90 y sigue cobrando de ello.
Lo de Jaume Roures va de otra menera. Mediapro (sustituta del grupo Prisa en liderarto de medios progresistas) utiliza a los inspectores de la SGAE para que de una manera que rozaría la ilegalidad a todas luces, se metan en bares y negocios sin identificarse. Cuando localizan un bar que emite su fútbol sin permiso, es decir, una señal pirata de Gol TV (lo del nombre del canal se las trae, ya que es un plagio de un canal extranjero, por cierto) y al empresario le envían una carta diciéndole donde debe llamar para regularizar esa situación. Esta lista de bares según Mediapro la han elaborado ellos mismos, pero lo cierto es que desde los inspectores han habido filtraciones que demuestran que esos bares se identifican con los mismos códigos con los que están registrados en la SGAE. Claro, eso de pasarse bases de datos sin que los que en ellas aprecen lo sepan es ilegal, por ello la sociedad de Teddy Bautista ha obligado a firmar a sus inspectores unos “acuerdos para el tratamiento de datos”, en los que se explica que los ficheros con los datos de los locales utilizados llegan de Mediapro y no de la SGAE. Aunque desde el diario La Gaceta se asegura que son de la SGAE.
Pero el acoso iniciado por la SGAE a todo tipo de establecimiento suceptible de poner música en sus instalaciones, se incrementa con la alianza firmada con AGEDI-AIE, ya que ahora son extorsionados, perdón, apercibidos desde las discotecas hasta los gimnasios, pasando por salones de bodas y por supuesto hoteles. Primero el inspector de la SGAE se pasa por el local, luego parece ser que empiezan a llegar cartas, primero de la sociedad del señor Bautista, luego de la FEHR (Federación Española de Hostelería), más tarde otra de la FEHR pero con los membretes de la SGAE y la AGEDI-AIE, en la que además se explica que los establecimientos que asocien a la FEHR obtendran descuentos (hasta del 17%)
No se, pero ¿no les recuerda esto de las cartas cierto procedimiento de una banda terrorista en su empeño de cobrar no se qué impuesto revolucionario? A mi si, francamente.
También es de sobra conocido que en las delegaciones de inspecciones de la SGAE no son raras las bajas por anginas de pecho, infartos o estrés, y es que al fin y al cabo los inspectores de la SGAE son personas, humanos que empeizan a quemarse, se trata de trabajadores autónomos muchas veces agredidos (entiendo a los hosteleros que hacen esto aunque no lo apruebo) que simplemente son los más perjudicados, amén de los hosteleros, claro está.
Bueno, y ciertos autores que podrían estar no cobrando lo que se merecen, porque el sistema en muchos casos se dedica a cobrar un canon fijo, y lo recaudado va a parar a quien la SGAE quiere, ellos lo justifican diciendo que se paga a los autores más populares según sus propias encuestas. Pero es más, ¿se puede cobrar a un salón de bodas? ¿Se puede cobrar en una discoteca que alquila su instalación para fiestas privadas? Estos serían locales con un uso privado y ahí no debería poderse cobrar canon alguno, como no se puede cobrar en tu casa (al menos no de momento) por escuchar múscia, aunque sea a todo volumen. Y qué decir de las discográficas que forman parte de la SGAE y presionan a las emisoras de radio para emitir canciones por las que más tarde van a cobrar a través de la sociedad dirigda por Teddy Bautista.
En definitiva, no acuso a nadie de nada, pero hay muchos vacíos que presuntameite podrían ser ilegalidades cometidas por la SGAE con el beneplácito de un Gobierno que permite a una sociedad privada cobrar impuestos con sistemas muy similares a los de una mafia, ambas cosas inauditas en el mundo occidental.
Por un lado está Mediapró, embarcada en una aventura de televisión de pago con partidos de fútbol que piratéan muchos negocios y particulares y que ha visto en la SGAE el aliado perfecto para perseguir a quienes le escamotén sus "derechos". En cuanto a la AGEDI-AIE, piden un 30% más de las tarifas que ya se pagan por reproducir música en los locales. Claro, nadie mejor para presentarse y atosigar a los pequeños empresarios de bares y discotecas (y otros negocios) que unos expertos como los "inspectores" de la nacionalmente odiada SGAE.
En principio hacen algo legal, dentro de toda regla jurídica y sin motivos delictivos, pero qué quieren que les diga, a mi me recuerda bastante el modus operandi de las pequeñas mafias de la priemra mitad del siglo XX en las zonas más marginales de Brooklyn o Chicago. Un grupo de señores trajeados intimidan a un pobre hombre que tiene puesta su radiocassette en la carnicería y le dicen que por poner la radio, ya ni siquiera música grabada, debe pagarles un canon, bajo la amenza de cerrarle el negocio. ¿Acaso no actuaba así la mafia?
Bueno, ahora los productores cobrarán por partida doble con esta sociedad, ya que ya cobraban como editores por la SGAE y ahora lo harán también como productores. Esto funciona de la siguiente manera, usted tiene un bar o discoteca (o lo que sea) y de repente, sin comerlo ni beberlo, le llega un aviso de que a apartir de ahora (esto se viene produciendo desde febrero) le van a incrementar la cuota por reproducir música, una cuota que usted ha pagado ya unas mil veces. Primero cuando montó su negocio e invirtió en un equipo de música, cuyo precio ya incluye un canon para la SGAE. Luego cada vez que compra un CD, en cuyo precio por supuesto también se incluye ese canon. Incluso cuando usted compra un paquete de CD's vírgenes para grabar las fotos que usted mismo hizo en sus vacaciones, está pagando ese maldito canon. Y ahora encima, esa cutoa que paga religiosamente a los autores que pretenden vivir del cuento de un trabajo que algunos realizaron hace más de 20 años, tendrá que pagar más aun para que los editores y productores vivan también del cuento, como hace Ramoncín, que no graba nada nuevo desde los años 90 y sigue cobrando de ello.
Lo de Jaume Roures va de otra menera. Mediapro (sustituta del grupo Prisa en liderarto de medios progresistas) utiliza a los inspectores de la SGAE para que de una manera que rozaría la ilegalidad a todas luces, se metan en bares y negocios sin identificarse. Cuando localizan un bar que emite su fútbol sin permiso, es decir, una señal pirata de Gol TV (lo del nombre del canal se las trae, ya que es un plagio de un canal extranjero, por cierto) y al empresario le envían una carta diciéndole donde debe llamar para regularizar esa situación. Esta lista de bares según Mediapro la han elaborado ellos mismos, pero lo cierto es que desde los inspectores han habido filtraciones que demuestran que esos bares se identifican con los mismos códigos con los que están registrados en la SGAE. Claro, eso de pasarse bases de datos sin que los que en ellas aprecen lo sepan es ilegal, por ello la sociedad de Teddy Bautista ha obligado a firmar a sus inspectores unos “acuerdos para el tratamiento de datos”, en los que se explica que los ficheros con los datos de los locales utilizados llegan de Mediapro y no de la SGAE. Aunque desde el diario La Gaceta se asegura que son de la SGAE.
Pero el acoso iniciado por la SGAE a todo tipo de establecimiento suceptible de poner música en sus instalaciones, se incrementa con la alianza firmada con AGEDI-AIE, ya que ahora son extorsionados, perdón, apercibidos desde las discotecas hasta los gimnasios, pasando por salones de bodas y por supuesto hoteles. Primero el inspector de la SGAE se pasa por el local, luego parece ser que empiezan a llegar cartas, primero de la sociedad del señor Bautista, luego de la FEHR (Federación Española de Hostelería), más tarde otra de la FEHR pero con los membretes de la SGAE y la AGEDI-AIE, en la que además se explica que los establecimientos que asocien a la FEHR obtendran descuentos (hasta del 17%)
No se, pero ¿no les recuerda esto de las cartas cierto procedimiento de una banda terrorista en su empeño de cobrar no se qué impuesto revolucionario? A mi si, francamente.
También es de sobra conocido que en las delegaciones de inspecciones de la SGAE no son raras las bajas por anginas de pecho, infartos o estrés, y es que al fin y al cabo los inspectores de la SGAE son personas, humanos que empeizan a quemarse, se trata de trabajadores autónomos muchas veces agredidos (entiendo a los hosteleros que hacen esto aunque no lo apruebo) que simplemente son los más perjudicados, amén de los hosteleros, claro está.
Bueno, y ciertos autores que podrían estar no cobrando lo que se merecen, porque el sistema en muchos casos se dedica a cobrar un canon fijo, y lo recaudado va a parar a quien la SGAE quiere, ellos lo justifican diciendo que se paga a los autores más populares según sus propias encuestas. Pero es más, ¿se puede cobrar a un salón de bodas? ¿Se puede cobrar en una discoteca que alquila su instalación para fiestas privadas? Estos serían locales con un uso privado y ahí no debería poderse cobrar canon alguno, como no se puede cobrar en tu casa (al menos no de momento) por escuchar múscia, aunque sea a todo volumen. Y qué decir de las discográficas que forman parte de la SGAE y presionan a las emisoras de radio para emitir canciones por las que más tarde van a cobrar a través de la sociedad dirigda por Teddy Bautista.
En definitiva, no acuso a nadie de nada, pero hay muchos vacíos que presuntameite podrían ser ilegalidades cometidas por la SGAE con el beneplácito de un Gobierno que permite a una sociedad privada cobrar impuestos con sistemas muy similares a los de una mafia, ambas cosas inauditas en el mundo occidental.
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